jueves, 2 de agosto de 2012

Nunca olvidaré tus ojos
porque
están enterrados en mi esperanza;      
nunca los olvidaré
a cristianismos bellos de sangre,
a lágrimas mismísimas del sueño.

Y es que son:
astrolabios de ésa incorregible hombría,
natura fuerte de domingo educada
en mi sed...,
aprendizajes de eternidad.

Y es que son:
himnos del otoño-amor
puros al silencio, 
aguaceros de luz
que tanto-tanto me desgarran, ¡sí!,
¡oh Cristo mío!.

Nunca los olvidaré,
nunca... olvidaré tus ojos
para siempre
a aljumas ¡sí! de enduendecimiento,
a color sin perdición de uno u otro recuerdo,
a rezos primeros de libertad.