viernes, 31 de enero de 2014

PARA EL CIELO Y PARA TI


Si fuera posible no decirlo más
volvería con la mano limpia sin el miedo
incurable de las lágrimas encerradas en la noche,
                                 a ciegas
con un deseo de Dios -sí- ininterrumpido
en la corriente fulgúrea de las estrellas,
               como
para besar la sangre que no contamina una ceniza
y los días muertos y sin fe.

Entonces sentiría la hierba acariciada
por un lunes húmedo de lluvia
contra el cansancio, lanza impróvida,
aséptico cansancio que
                                          mata
y sin piedad busca los pequeños pedacitos de amor para tumba.

Porque el corazón es un tam-tam insospechable,
hoy revelándose en flores que nadie siquiera ve,
el corazón es un hilo de Ariadna
de las raíces todas frente al abismo y soledad
en los amores míos, invisible.

Es la energía que dibujaron las gaviotas,
un hambre de aurora que lleva la música,
guardián a madre,
                                a eternidad,
que no saben los odios.

Él se liba de par en par
solo -a corazón-, y luego rumiando alas habitan duendes y miradas fáciles.
Un corazón desmesuradamente juega
a tiempo,
                  a silvestre melodía,
a vagabundo mundo.

En un pequeño e inocente niño, es una acrobacia de milagros
donde la sonrisa es un mosto a soles,
desnudo gesto que, como pureza, infinitea.

Si fuera posible entonces remover lo que se ha fijado a baldío furor, a negritud,
las palabras rotas, los torcidos inviernos
que acechan estúpidos el grito de un rezo apaleado.

Si fuera posible mi hermano con cuentos de pez,
el tuyo como imposible, como imposible;
¡oh!, ¡toma un manojo de claridades!

sábado, 11 de enero de 2014

POR QUÉ

Dios, ¡qué solos están los desiertos de mi corazón ante tu poder!
y no... no

por dónde tengo que tirar,
en qué jardín florece el odio,
a cuánto deseo se vende la esperanza,
adónde hay que pudrirse ya o calmarse de caídas
con las vítolas quizás y con las musarañas,
porque a pesar de todo por qué
tras los sonámbulos besos, siempre ciegos de fin y de fe,
arrinconados con ternura elegíaca, con ternura sobreviviendo.

Sí, aquí exacto, cuando quiere la ceniza soñar
o escapar apenas como una dureza impasible, por qué
aun estos días pasan a medida que apuñalan...,
sentencian -sepultureros- formas.

¡Qué oscuro se me ha quedado mi destino muy dentro,
en mitad de las máquinas, en mitad de las avaricias!
y no... no

si por grave frío se precisan unas palabras
o si tengo que morir porque es así -mientras no hay salida-.

A veces llega la tarde, como ese mal silencio que no quisiera sentir,
durmiéndose cerquísima, junto a mi vera
frente a los mares,
frente a los crepúsculos inútiles y pasados,
frente al fuego a tumbos y a rabias, en fin,
frente a los animales que mordieron tantos designios,

pero ahí está el abandono,
ahí, tan grande que nunca, nunca
nadie podrá soportar.

sábado, 4 de enero de 2014

NO ES FÁCIL CALLAR


Este vivir al sin vivir atado,
rebelde a su contiguo escalofrío,
vértebra es de mi tiempo y del rocío,
carnal del sueño, guía alborozado.

Pulso mortal del tanto amor ansiado
por el feliz volar de un amor mío.
Lo dulcemente adiós de un señorío
que se va solo, al poso, devanado

donde se va la sangre, cual herida
desesperadamente de un lamento.
Bienhecho se redobla el sentimiento

a ese golpe ignoto de la vida;
pues, no es fácil callar, no, no es es nada,
por tanta excusa descorazonada.
LOS RECUERDOS SE MIRAN


Los recuerdos se miran,
¿piden algo?, como luz enduendecida
queda algo en mi memoria;
ocurre así
en el silencio siempre
de una tarde impresente,
y ocurre así
en tal fulgencia
oculta
de una noche antigua.

Huyen quizás de la demora mis ojos,
giran al mar
o beben
desierto derrotado,
porque son ya
recuerdos tan pequeños todos mis versos,
amenazados
de la gran huérfana soledad indetenible de cualquier mirada.