L
O S I N O C E N T E S
Nos
apoyamos, Dios, en la esperanza;
tú
no tienes por qué intentar ya nada.
eso...
que nuestro corazón alcanza.
Con
la ignorancia damos la enseñanza
y
jugando a reír vida olvidada
vamos
jugando... hasta la ocultada
muerte
o verdad: real desesperanza.
Tú
no tienes por qué intranquilizarte
en
sin remedios, no, ¡ansiar de cenizas!,
vacuos
somos allá o en cualquier parte,
reinos
de soledad, sólo hechos trizas
en
comprensión, bromeando en regañarte,
faroles en la edad, tontos con prisas.
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