domingo, 9 de diciembre de 2012

CIEGO EN LA PENA VIÉNDOME NINGUNO


Ciego en la pena viéndome ninguno
como siempre llorar donde se pierde;
como el perro que llama a Dios y… muerde
un triste corazón inoportuno.

Y ante tanto vivir yermo, ¡tan bruno!,
más no quiero dolor que lo recuerde;
sólo ir, ya por llegar al sitio verde,
en su mínima calma de aceituno.

Pero, viene un adiós y viene el duelo
hasta su fondo – un día que no es día –
que, de sombra, se torna todo hielo

donde se entierra a tierra la alegría,
Señor, lo que quisiste en duende celo,
eso que no comprenderá este día.

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