martes, 3 de diciembre de 2013

Arrastro con el alma tanta pena
que me traigo las sombras del olvido
y me destrozan la atención, perdido,
para tener en mí sólo condena.

Sólo condena tengo a mano llena,
sólo desolación de malherido
sin un sólo descanso requerido,
sin una calma, sin una hora buena.

Confieso que me tumban mi destino,
que mi llanto, mi amor, no arreglan nada
y no sé qué esperar de mi impaciencia.

Exijo que se culpe de asesino
tanto maltrato, guerra desnortada,
que no concibe ya mi inteligencia.

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